jueves, 21 de julio de 2011

EL M19





El Movimiento 19 de Abril abreviado como M-19, fue un movimiento insurgente colombiano nacido a raíz de un supuesto fraude electoral en las elecciones presidenciales del 19 de abril de 1970, nace como rebeldía y movimiento político y luego se vuelve un movimiento armado.Como consecuencia del supuesto fraude electoral en los comicios presidenciales de 1970 contra el entonces candidato a la presidencia, general Gustavo Rojas Pinilla, en 1974, los representantes del ala socialista de la ANAPO Jaime Bateman, Álvaro Fayad, Iván Marino Ospina y Luis Otero Cifuentes, junto con Carlos Toledo Plata, Israel Santamaría, Andrés Almarales, Everth Bustamante, e Iván Jaramillo conformaron el 'Movimiento 19 de abril'. El ala socialista de la ANAPO entró en desacuerdos con el resto de la colectividad por la actitud tomada por Samuel Moreno Díaz al acercarse al Partido Conservador Colombiano, partido de Misael Pastrana y ganador de las elecciones que habian llamado fraudulentas.
El M-19 desde el comienzo realizó actividades bastante notables y dignas de un despliegue noticioso, como el robo de la espada de Simón Bolívar en la toma de la Quinta de Bolívar realizada el 17 de enero de 1974 proclamando "Bolívar, tu espada vuelve a la lucha" junto con su consigna de combate "Con el pueblo, con las armas, al poder".

Tras su desmovilización se convirtió en un movimiento político de izquierda conocido como AD-M19 (Alianza Democrática M-19) que ganó importante respaldo popular y fue uno de los constituyentes de 1991; desapareció a mediados de la década de 1990 y algunos de sus miembros se unieron a otras agrupaciones políticas.




Chiapas Mexico

                                                                  



Chiapas siguió excluida de los avances en materia de respeto a los grupos étnicos y, en general, a las minorías, que en el resto del país se fueron alcanzando a lo largo del siglo XX. La pobreza acumulada, aunada a estas carencias en cuanto al respeto a las minorías indígenas, fue el caldo de cultivo para el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) el 1 de enero de 1994.

Los pueblos originarios de México resistieron la guerra de exterminio desatada por los invasores españoles que impusieron su dominio, su cultura, su religión y los despojaron de sus tierras. Una y otra vez fueron aplastadas las rebeliones indígenas e ignorados sus reclamos. En selvas, montañas y desiertos, sobreviven, conservan su cultura, resisten.
Tras 300 años de dominación española, ni la guerra de independencia, ni la reforma juarista, ni la revolución de 1910 modificaron su situación. No se reconocieron sus derechos en la Constitución , ni en 1824, ni en 1857, ni el 1917.
Su cosmovisión, su relación con la tierra y la naturaleza, sus formas de trabajo comunitario, en colectivo, su democracia directa y su autonomía, les han permitido resistir durante más de 5 siglos.
En la década de los 80 del siglo XX, sobrevivientes de una organización político militar con un planteamiento insurreccional se fusionaron con luchadores agraristas y con el movimiento indígena de la selva, dando origen el 17 de noviembre de 1983 al Ejército Zapatista de Liberación Nacional.



Desde la década de los 80, la economía Mexicana ha experimentado un proceso de desaceleración, como resultado de la crisis por la deuda que experimento México en 1982 y que coincidió con las nuevas tendencias que se derivaron del proceso de globalización y del impulso, por parte del estado Mexicano, de políticas económicas de corte neo liberal que generaron, a su vez, una dinámica de deterioro social y regional en el territorio.
A los rasgos sumamente negativos que reiteradamente presentan las economías periféricas tales como la poca diversificación productiva, elevada desigualdad en la distribución de la renta, pobreza y debilidad política y social, con escaza o nula capacidad de industrialización, además de la excesiva especialización de actividades estractivas y de exportación de materias primas a las economías centrales, se le añade el hecho de que la situación presente es históricamente de la que vivieron en su momento las incipientes economías centrales, cuando iniciaron su temprano desarrollo industrial.